Isabel Coixet: "Vivimos una pandemia de estupidez generalizada. Y me incluyo en ella"

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Insumisa desde la niñez, Isabel Coixet (Barcelona, 1960) encontró en la ficción la manera definitiva de rebelarse contra una realidad cuyo guion ha reescrito de mil formas diferentes para poner siempre el foco sobre lo que no sale en mayúsculas. Historias mínimas como las que ahora corta y pega para contar de otra manera el mundo en 50 collages que expone en el Thyssen. El título lo dice todo: Aprendizaje de la desobediencia.
- No me digas que para ser inconformista también se necesita un máster.
- Rebelarse requiere aprendizaje y mucho esfuerzo, sobre todo el de ser muy consciente de cuándo estás siendo obediente para poder saltarte las reglas. Yo tengo mucha práctica y lo suelo conseguir.
- Entre tus 'collages' hay un autorretrato poco halagador, un antiselfie en la era de los filtros.
- Escogí esa foto que el móvil me hizo sin querer para recordarme que todos somos accidentes y la belleza o la fealdad no quieren decir nada.
- Mostrarse así, sin haberse producido, parece un acto de valentía hoy, cuando todo el mundo vive editándose para la mirada ajena.
- Eso de complacer al otro se nos pide sobre todo a las mujeres. Tengas la edad que tengas y seas como seas, se exige que seamos amables. Es algo contra lo que yo me rebelaba ya de niña, cosas como la obligación de saludar a quien no quieres. Lo del beso y el abrazo indiscriminado no me gusta.
- Decían que iban a desaparecer con la pandemia.
- En absoluto, de hecho yo creo que se han redoblado. Yo tengo hambre de que me abracen aquellos a quienes quiero. Pero estas efusiones todo el rato...
- Agradar todo el tiempo es mentir. ¿Cuándo hemos decidido que la verdad es inaceptable o peligrosa?
- El problema con la verdad es que ya no sabemos qué es: la realidad parece una parodia. Esos titulares de prensa... Y hablo de las noticias serias. Lees la sección política de TheNew York Times, el periódico más respetado del mundo, y no das crédito.
- «Algún día todo el mundo habrá tomado una foto de todo el mundo». Eso subraya otro 'collage'. ¿Qué es este afán de registrarlo todo como un cineasta?
- Antes tenías fotos de la boda de tu prima, de la comunión, de una paella familiar... pero no de manera sistemática. Nadie hacía fotos de todo como ahora. La consecuencia es que, al tenerlo todo registrado, cada vez imaginamos menos. Yo puedo fabular sobre mi pasado a partir de las fotos de mi familia que guardo en una cajita. Hoy, sin embargo, toda esta documentación exhaustiva hace que no sienta esa necesidad de imaginar.
- Se ha roto un poco la magia, entonces.
- Y no sólo son las fotos, sino la idea de que cuando queremos ir a una calle, solo hay que ponerla en Google y avanzar por ella de manera virtual. De tal forma que cuando vamos físicamente por primera vez a un sitio no descubrimos nada.

- También se está poniendo difícil viajar a lugares que sorprendan. Normalmente se buscan antes para retratarse en los ángulos que son tendencia. Mira si no la puesta de sol en Santorini. Está de bote en bote.
- De las puestas de sol lo que peor llevo es la gente que aplaude. No tiene sentido. Pero es cierto que mucha gente acude a fotografiar la misma esquina o a tomar el té matcha que recomienda un tiktoker. Ir a la aventura sin una idea preconcebida es cada vez más difícil.
- ¿Quién ha escrito este guion de verano perfecto?
- Yo creo que es una especie de pandemia de estupidez generalizada, y me incluyo en ella, no creas que me coloco en otro lugar. A veces me pregunto, ¿por qué he echado toda la tarde a la basura mirando casas que jamás me podré comprar? De hecho mi gran objetivo este verano es abandonar el teléfono móvil.
- Será difícil con tanto compromiso profesional.
- Sí, pero también son cosas que te impones tú. No hace falta vivir tan pegado al móvil. Déjalo en casa.
- Qué ansiedad.
- Yo lo hice el verano pasado y sobreviví. Incluso recuperé alguna neurona.
- Con el 'collage' apuestas ahora por un formato antiguo. Como una carpeta de adolescente de los 80.
- Justamente es por eso, por volver a hacer cosas con las manos: recortar, pegar, armonizar, desarmonizar... A medida que lo haces, los materiales te van hablando.
- Parece algo meditativo.
- Bueno, yo diría que la meditación no es lo mío. Como el gimnasio. Aunque es cierto que cuando estoy con los collages sólo existe eso y el olor a pegamento.
- En ellos retratas una realidad a trozos a la que hay que dar sentido. ¿Cuándo se entiende todo por fin?
- La realidad nos va poniendo capas de cosas a modo de collage en nuestra vida. Y entre esas capas conviven materiales, recuerdos, vivencias de montones de épocas diferentes. El problema es que lo más probable es que te mueras sin haber entendido nada.
- ¿Cumplir años no revela el misterio de la vida?
- En absoluto. Es más, a medida que cumples años la cara se te va poniendo como en mi autorretrato. Se te abre la boca incluso. A veces cuando voy por la calle me fijo en la gente de mi generación. Todos tenemos una cara de estupor muy grande. Una cara que dice: 'Hemos llegado a esta edad y seguimos sin entender nada'.
- Dices que eres una impostora feliz.
- Me refería a una diletante. Alguien a quien le gusta hacer muchas cosas y no va a dejar de hacerlas por sentirse más o menos impostora. Yo he dirigido muchas películas, pero soy licenciada en Historia. Nunca fui a una escuela de cine. Y aprendí a hacer guiones... haciendo guiones.
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